Qué es y para qué sirve un microscopio

Entre los instrumentos que asociamos de manera inmediata con la ciencia, se encuentra sin lugar a dudas el microscopio, una herramienta que apoyada en su sistema de lentes permite que el ojo humano pueda distinguir cosas que, por su tamaño diminuto, de otra manera sencillamente no podría observar. Su invención es atribuida a el holandés Anton Van Leeuwenhoek, sin embargo, antes de él ya varias personas habían trabajado para consolidar este proyecto.

Puesto que se inventó en 1590, solo hasta el año 1665 fue cuando se empezaron a publicar los primeros trabajos que habían acudido a este instrumento para su desarrollo.

Para qué sirve el microscopio

Básicamente, lo que el microscopio hace es aumentar la imagen de los objetos para que estos se hagan visibles, de ahí que sean empleados para estudiar todo tipo de células, bacterias, virus, tejidos y similares. Escenarios dominados por la química, la biología, la electrónica y la medicina suelen beneficiarse bastante de su existencia, así que todo se reduce a elegir la variedad más adecuada para el trabajo que se va a efectuar.

Mientras que los microscopios ópticos acuden a la luz y son los más conocidos, también están los eléctricos, los de sonda de barrido y los digitales, cada uno con sus respectivas ventajas y desventajas según la actividad a llevar a cabo. Descubrir la composición de una roca, saber cómo funcionan los organismos y describir fluidos es posible haciendo uso de este maravilloso descubrimiento, vital, por ejemplo, para la elaboración de vacunas y microcomponentes.

 

 

 

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