Cómo poner en práctica las bienaventuranzas

Gracias a las palabras pertenecientes al evangelio de San Mateo en donde se relata lo acontecido en el Sermón del Monte, podemos hacernos a una idea de la institución de las bienaventuranzas, aquel conjunto de declaraciones pronunciadas por Jesucristo donde se promete felicidad eterna a todo aquel que actúe con justicia y bondad, es decir siguiendo y predicando lo mejor de su ejemplo.

Evidentemente el contenido de las bienaventuranzas recoge lo mejor de la ética cristiana pero asimismo se encarga de revelar una serie de aspectos que son tomados como «exigencias» para el ingreso al reino de los cielos. Por tanto, hablaremos un poco sobre cómo poner en práctica las bienaventuranzas ya que se trata más que nada de un trabajo espiritual para el que no todos estamos listos pues se debe estar dispuesto desde lo más hondo del corazón y con el máximo nivel de humildad.

El papel de las bienaventuranzas en la vida diaria

La facilidad de cosas que parecieran imposibles junto a un compromiso inspirado más que nada por la fe, son factores que preceden la armonía tan propia de la guía de comportamiento que pretende trazar esta serie de declaraciones. Si bien no se consigue un consenso respecto a la cantidad exacta, estas prueban que existen ciertas cosas que agradan enormemente al Padre y que son las mismas que nos hacen más valiosos y dignos de estar en la tierra.

Por tanto más que uno de los muchos discursos de Jesús, estas proclamaciones buscan una moral nueva en la que exista espacio suficiente para espíritus pacificadores al igual que para un amor desprendido de lo terrenal que ayude a comprender que el sufrimiento puede tener sentido si permite lograr el dominio interior hasta poco a poco ser digno de la misericordia y el perdón divino.

Poner en práctica las bienaventuranzas

Este precioso conjunto de mensajes no puede quedarse en un mero escrito con significado teológico, la idea es que el creyente aprenda a extraer interpretaciones reales que le ayuden a actuar en el vida diaria con la misma claridad que lo hicieron los primeros evangelizadores.

Practicar las bienaventuranzas corresponde a ponerse en los zapatos del prójimo, a librarse de las ataduras del deseo y sobretodo a estrechar la relación con el Todopoderoso ya que son actitudes y formas de enfrentar las situaciones que si se reflexionan desde la espiritualidad y no de la lógica reflejan las más verídicas enseñanzas provenientes del cielo.

 

 

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