El arrepentimiento en la fe cristiana

En el Nuevo Testamento, la fe se convierte en el mensaje central de Jesús, que insiste inequívocamente al principio de su carrera: «¡Arrepentíos y creed en el Evangelio!» (Marcos 1,15) Creer es arrepentirse, y entonces Dios puede esperar lo que antes parecía imposible.

Cuando Jesús habla de arrepentimiento, se refiere a la fe como una elección consciente del individuo. Los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas registran el número de personas que Jesús convierte a la fe en los relatos de milagros y curaciones del Nuevo Testamento.

¿Qué entendemos los cristianos como fe?

Aquí, la fe adopta la forma de una confianza inequívoca en el poder de Dios. Según el evangelio de Juan, la fe en Dios y en Jesús es necesaria para la vida eterna. Tras la muerte y resurrección de Jesús, su vida y su obra se muestran bajo una luz radicalmente nueva.

Ahora, el acto salvador de Dios, la encarnación, la muerte y la resurrección de Jesús, se convierten en el punto central de la fe. La muerte y la resurrección de Jesús se convierten en el credo básico, sentando las bases para el establecimiento de la iglesia. La fe se convierte en algo más que confianza y esperanza; se convierte en la sustancia de la declaración y la confesión.

Bajo la influencia de la resurrección de Jesucristo, el apóstol Pablo formula la primera doctrina cristiana de la fe. Pablo amplía su enseñanza sobre la justificación en las cartas a los Romanos y a los Gálatas: el hombre es justificado por la fe en Cristo, no por sus propias obras, de las que puede querer presumir ante Dios. Esta fe configura la totalidad de la vida del hombre y sirve de impulso para el comportamiento ético.

La fe y la creencia

La fe en el cristianismo

La fe en el cristianismo. Foto por Pexels en Pixabay.

Las frases «fe» y «creencia» se utilizan comúnmente en el cristianismo: La fe se refiere al contenido de la creencia, que se formula en el credo. Por otra parte, la fe se refiere al esfuerzo de buscar a Dios y de confiarse a él sabiendo que Dios nos ha amado incondicionalmente y sin ninguna actuación previa.

Así pues, la fe en este doble sentido implica tanto la apropiación del mensaje cristiano como la orientación de la propia vida hacia los contenidos de la religión cristiana.

Al mismo tiempo, la propia fe del individuo está siempre supeditada a la fe de la comunidad eclesial: A través de la comunión de los cristianos, la fe de un individuo puede desarrollarse y madurar. En la comunidad eclesial, el individuo recibe los impulsos cruciales y la fuerza necesaria para vivir su fe en la vida cotidiana, de modo que la fe y la vida pueden coexistir idealmente.

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